lunes, 4 de julio de 2011

Los indignados contra el aborto indignan


Desde los orígenes de la humanidad, siempre se ha discutido si ciertas personas tenían alma. Entre éstas estaban los esclavos y las mujeres.
Tanto es así, que en el mundo griego la única labor de la mujer era su función reproductiva. El placer quedaba entre hombres.
De hecho, las religiones, que nos persiguen o acompañan desde tiempos memorables han reducido siempre a la mujer a su función reproductiva. Así por ejemplo el cristianismo desprecia a la mujer ya que lo único que importa es Jesucristo. La virgen, representación femenina, sólo importa como madre de alquiler.

Cierto es que supuestamente atrás quedaron los tiempos de Schopenhauer en los que la mujer era aquel ser de “largos cabellos e ideas cortas”. Sin embargo numerosos polos antagónicos siguen conviviendo en nuestra sociedad. Sociedad moderna. Tecnológica y científicamente avanzada, pero que sigue arrastrando el peso de siglos y siglos de costumbres y moral, de muy lento avance.


Hace unos días, un grupo de una veintena de jóvenes acudieron a Sol para acampar bajo el lema #acampadavida. Protestaban en contra del aborto.



Se denominan a sí mismos “los indignados por los ataques a la vida”. Estos actos tendrán lugar entre el 1 y 5 de julio, tal y como tienen especificado en su web DerechoaVivir.org y esperan la participación de miles de personas en un total de 36 provincias para reclamar la derogación de la actual ley del Aborto.
La respuesta ha sido diversa pero la principal respuesta de los indignados ya acampados allí ha sido de total rechazo.






Al leer la noticia lo conecté enseguida con una manifestación por “la familia” que se organizó el año pasado en primavera en Madrid.
Muchos autobuses llenos de familias se llenaron con el fin de venir a manifestarse. La manifestación tuvo lugar en Colón, bajo la ondeante bandera nacional.
Ese día en el metro, se veían padres con más hijos que manos a su alcance y niños sosteniendo banderas nacionales y pancartas de “no al aborto” como si de globos se tratasen.

Sin embargo lo que más me impactó fue la retransmisión televisiva de la manifestación.
En la Castellana se había plantado una gigantesca cruz justo al lado de un improvisado escenario donde los más importantes arzobispos estaban reunidos.
El portavoz alzaba su voz ante un público mayoritariamente compuesto por niños y madres.
Hablaba, hablaba mucho, demasiado.
Hablaba sobre cómo tenía que ser una BUENA familia, cómo debía de ser una madre, y cómo debía de comportarse una mujer, mujer que no tiene derecho a privar una vida.

Esas palabras entraban como veneno por todos mis sentidos. Numerosas preguntas se me amontonoban a gritos en mi cabeza.
¿Cómo es posible que aún hoy en día, pueda seguir existiendo, con tanto peso y tal repercusión, una institución que denigra a la mujer limitando su rol al de monja, sin posibilidad de ascensión en la jerarquía?
Pero sobre todo, ¿cómo es capaz una institución compuesta por hombres, con su juramento de castidad e ignorantes de la mujer (ya que nunca han convivido con ella), de sentenciar cual debería de ser el comportamiento femenino?

Creo que el tema del aborto está desenfocado en España, y más que una cuestión sociológica se ha convertido en un tema político, de rivalidad entre bandos, entre empaquetadas ideologías y moralidades.
Y en este tema, una vez más la religión, en el caso español la cristiana, actúa como fuerza política.
El problema es saber hacia donde enfoca exactamente esa fuerza.
Instando a no usar anticonceptivos ¿es acaso una lucha contra el avance científico?
Porque si su tésis se basa en la moralidad, y esa moralidad sigue estancada aún en la época griega, quizás sea posible entender el limitar a la mujer a su función reproductiva en la sociedad, pero en tal caso, por favor, habría que ACEPTAR la homosexualidad.



Feminismos SOL





Si la revolución del 15M se ha caracterizado por algo ha sido por ser una protesta pacífica y apolítica. Pero organizada ante todo.
De los numerosos talleres y comisiones que se crearon una comisión llamó especialmente la atención: La comisión de feminismos.

Ésta comisión estuvo muy presente durante todas las protestas, no solamente por sus carteles y sus publicaciones, sino también por sus acciones.
Así de ésta manera, me gustaría hacer especial hincapié en la acción que se desarrolló el 5 de junio en la plaza Sol por la ésta comisión bajo el nombre: “La violencia patriarcal nos mata a todas. La semana pasada fueron asesinadas 5 mujeres y todos los días la violencia invisible sigue esperando”.

En la acción 5 mujeres escenificando cádaveres se tumbaron en el suelo con carteles colgados del pie que afirmaban las causas de las muertes: "oprimida por las normas de género", "oprimida por el miedo a ser violada", "acosada por leyes que no me dejan decidir sobre mi cuerpo", "torturada por la talla 36", etc.







Y es que si hablamos de protesta a nivel político y social, uno de los temas más candentes en España es la desigualdad aún tangible entre el hombre y la mujer.
Desigualdad una vez más, determinada por la historia de una España que tras una férrea dictadura pasó por una democracia que a falta de conocer otros modos, se basó en un gigantesco patriarcado político y social.
Y 35 años después del final de esa dictadura, la desigualdad sigue siendo vergonzosa. No solamente por mencionar la enorme tasa de violencia machista que existe en España, los salarios desiguales, la homofobia o el estereotipo de los géneros que nos inculcan desde nuestra más temprana edad.

De esta manera las principales demandas que se formularon a través de esta comisión fueron las siguientes: Incorporar el enfoque feminista en la educación, los servicios públicos y las políticas laborales, establecer un compromiso entre mujeres y hombres para la construcción de una nueva sociedad sin violencia de género, la reivindicación del aborto libre y gratuito, una sociedad diversa con respeto a la pluralidad sexual, las trabajadoras domésticas incluidas en el plan general de la seguridad social y poder ejercido horizontalmente.

La participación femenina y con protesta feminista ha sido enorme en las protestas del 15M. Quizás cabría citar como causa principal que haya sido una protesta pacífica que permite la participación de todas las ideologías, y también porque, porqué no decirlo, si los jóvenes españoles tienen un futuro crudo, las jóvenes españolas en España están aún más lejos de vislumbrar alguna luz de esperanza.
Nos creemos que existe igualdad, pero aún está la educación patriarcal demasiado arraigada en nuestra sociedad y tanto los jóvenes como las jóvenes siguen actuando de manera machista, muchas veces de forma interiorizada sin ni siquiera ser conscientes de ello.

Y si esta protesta es la del “Basta ya”, entonces la inserción de una comisión feminista en la protesta no solamente está justificada sino que es necesaria. Y no solamente a modo de protesta, sino también para que las propias mujeres sean conscientes de ellas mismas y de las constantes desigualdades con las que conviven a diario.


Esto demuestra una vez más la voluntad de la juventud española de una cambio radical, desde sus raíces. Romper con todo lo existente hasta el momento para poder mejorarlo.
Eso podría demostrar que el sur de Europa por primera vez, no se quedará siempre atrasado a nivel social como siempre ha sido.







INDIGNADOS MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS

El pueblo emigrado también está indignado


Berlín, 20 de mayo 2011, 5 días después del inicio de las protestas de los “indignados” españoles por un cambio político y social en España.
Las 20h00, se organiza una asamblea enfrente de la embajada española en Berlín para organizar la manifestación convocada para el sábado 21 de mayo en apoyo a las protestas españolas.

En Berlín se crean plataformas en internet en paralelo a las españolas: “Apoyo a Democracia Real en Berlín. Wirkliche Demokratie in Spanien” y “Por una democracia real ya! Berlin se une”. 



Se convoca pues la manifestación a las 18h00 delante de la Puerta de Brandenburgo, el edifico más simbólico de todo Berlín.








Yo por entonces estaba viviendo en Berlín por unos meses. Durante mi estancia conocí a muchos españoles, muchos de ellos habían huido de España en busca de mejores condiciones de vida o de un trabajo que valorase por lo menos su nivel de estudios y su cualificación.
Y aquel viernes 20 de mayo, mis sentidos vibraban: sólo se escuchaba castellano por las calles y sobre todo en el metro.
Grupos y grupos de gente con pequeñas maletas inundaban los vagones de castellano.
Se había convocado la manifestación general en Berlín y muchos españoles residentes en ciudades cercanas como Hamburgo, Leipzig, Düsseldorf, etc. viajaron el viernes noche para poder asistir a la manifestación del sábado.
Se respiraba un ambiente de nerviosismo aquel viernes por la noche al entrar al metro.
Primero por lo violenta que resultaba la impresión de estar en un país extranjero y escuchar tu idioma materno por todos los sitios; segundo por la desubicación que creaba ese hecho y el nerviosismo de saber que, aún en el extranjero, el sábado iba a ser un gran evento.


En Berlín, como supongo pasará en todos los sitios en el extranjero, al ser extranjero, cuando conoces a gente nueva extranjera para ti la conversación rápidamente se centra en las diferencias culturales y sociales de ambos países.
Tal era mi caso por lo menos. Tuve la posibilidad de hablar y comparar las situaciones sociales y políticas de Francia, Portugal, Alemania, Polonia y España, entre otras. Y mi argumento en cuanto a España era siempre el mismo: “No nos movemos. No tenemos cultura de protesta. No tenemos cultura de huelga. A diferencia de los franceses o los alemanes, en España todo lo que hacen los jóvenes para protestar es organizar un macro botellón legalizado por la excusa de la protesta.”

Esa por lo menos era mi idea, basada en mis anteriores experiencias de protestas, hasta el 15M.
Después de las primeras protestas del 15M en España, mi única fuente de información era internet y blogs, y me inundaba de información sobre la actualidad española, he de confesar, no sin cierta rabia. Rabia por no estar presente en la primera gran revolución española de estos calibres.
Bueno quizás utilizar el término revolución es demasiado decir. Habría que decir: la primera macro protesta. Sin embargo, el simple hecho de que los jóvenes se pusieran de acuerdo en protestar, se organizaran para ello, se consiguiese una protesta apolítica y además no fuese una excusa para beber tranquilamente en la calle, a mi parecer es ya toda una revolución.

Y eso es lo que me maravilló desde Berlín, lo que me hizo por primera vez en mi vida sentirme más joven española que quizás joven europea. Sentirme unida a ellos desde la distancia.
Si se quiere protestar, si se quiere luchar, si se quieren cambios, se necesita fuerza. Y para ello se necesita unión, solidaridad y compañerismo.


Y esto es lo que tanto ha costado a España, a los españoles. A los jóvenes españoles por lo menos. Ponerse de acuerdo.
Tampoco les culpo demasiado. El peso de la historia española anclaba la juventud actual en un conformismo, en un pasotismo que acaba por asfixiar, por atontar. Pero cuesta y duele quitarse esos clavos. Cuesta y duele chocar de frente con una realidad tan drásticamente diferente a las promesas que nos dieron de mamar desde pequeños. Democracia, libertad, estudios, igualdad. Nos han criado para comernos el mundo, y resulta que es el mundo quien nos come a nosotros.

Hablo de conformismo, de pasotismo. Pero también está esa juventud, desaparecida de España, que se fue a otros países vecinos a buscar mejor suerte. A buscarse un sitio donde se le valore. La temida fuga de cerebros. Se teme de ella actualmente, pero lleva años ya aconteciendo.
No me lo imaginaba, pero el sábado cuando salí del metro: Brandenburger tor y me topé con la puerta de Brandenburgo y tal pelotón de gente de frente me quedé aturdida.
La mayoría eran españoles pero las pancartas abundaban en castellano y alemán. La mayoría de ellos jóvenes, estudiantes o licenciados, recien insertados en el mercado laboral.



La manifestación duró hasta las 21h00. Y estuvo muy organizada. Se formó un coro alrededor de una caja de plástico en la que se subía la gente, megáfono en mano para decir sus opiniones. Madrileños recién llegados de Madrid comentaban sus experiencias, se leyeron los manifiestos tanto en castellano como en alemán y se protestó. Todo entre aplausos enérgicos. Hubo poca, pero hubo participación de algún alemán que mostraba su apoyo cantando canciones típicas de protesta alemanas.
La gente que compartía su voz en el megáfono contaba sus experiencias, cómo se fue de España y como encontró mejor situación en el extranjero. Pero ante todo mostraba, como pese a ello, se seguía sintiendo identificado con su país, con su juventud y con su futuro.

Y lo importante en Berlín era hacer ruído. Dar apoyo a España, demostrar que no están solos y que su voz va más allá de las fronteras. Que el compromiso y la colaboración es la base primordial para conseguir fuerza, y sobre todo que desde el extranjero, esas abreviaturas, apelaciones y frases vacuas de las que hacen uso como si de dardos se tratasen todos esos altos cargos extasiados desde sus altares en el monte Olimpo, en el extranjero no sirven. Porque si, esos dardos envenedados tienen suficiente fuerza dentro del país, pero para lanzarlos más allá de las fronteras significaría un esfuerzo, movimiento e implicación más importante. Levantarse del trono para coger impulso y lanzarlos más lejos. Pero cuidado señorones, eso significaría el riesgo de perder el trono.























Participación en internet de apoyo al 15M.